Manu Jara, la pastelería con el color de Sevilla
La semana pasada tuve el placer de descubrir el trabajo de Manu Jara y su delicioso mundo dulce en Sevilla. Uno de los mejores pasteleros que actualmente reside en Andalucía, y con un obrador en el centro de la capital hispalense (C/Pureza, 5) y otro nuevo establecimiento en el Mercado de Triana.
Manu Jara, francés de nacimiento, ha trabajado en numerosos restaurantes con estrella Michelin tanto en Madrid como en su país natal, entre los que se encuentran Zalacaín, Lúculo o Jean-François Issautier. Desde hace 16 años, cuando se trasladó a Sevilla, que sigue su andadura y aumentando sus éxitos. Fundador de la empresa Masquepostres, colaborador en revistas, programas de televisión, consultor externo, docente, coordinador de seminarios… Y con una tradicional pastelería que te dejará enamorado, tanto por su aspecto como por los dulces que podrás probar.
En pleno centro de Sevilla, junto al Guadalquivir y el Mercado de Triana, una pequeña tienda-obrador reconvertida en el paraíso de los amantes del dulce y la pastelería. Con contrastes chocantes a simple vista, por las pequeñas elaboraciones de alta repostería en un ambiente de lo más artesanal y auténtico, en contraposición de los dulces tradicionales; como el croissant o la trenza de almendras. Eso sí, con el toque francés que eleva cada bocado a un mundo de delicadeza y placer de su alma matter, Manu Jara.
Con tan sólo cruzar la puerta y oler lo que allí se hornea, los ojos me hacen chiribitas. Pero es que el entorno también acompaña. Las baldosas originales con tonos azules tienen un protagonismo especial, pero vale la pena adentrarse un poco más y parar atención a aquellas que están más dañadas. En cada baldosa borrada por el paso del tiempo, una nueva ilustración a lápiz para rellenar ese vacío.
Siguiendo el color de Sevilla y para que el aire francés no destacara sobre el resto, Jara buscó al mejor tallador de la zona para que hiciese una pieza especial que representara y diera carácter andaluz al local. Y así es como luce y se hace protagonista la talla en el mostrador de la tienda.
Un gran mostrador que esconde todos los tesoros de este repostero francés y que se insinúan a través de una gran cristalera. Una gran estantería antigua de madera revistiendo la pared frontal que separa la tienda del obrador, donde se cocinan todos los dulces y que Manu nos invita a descubrir. En la ‘trastienda’, la magia sigue estando presente. Un grifo que parece sacado de un anticuario, muebles decapados que respiran historia, artilugios con tradición, una balanza que suma más años que todos juntos y paredes de ladrillo visto que cuentan relatos por sí solas.
Parece sacado de una película, peso es totalmente real y en una ciudad de ensueño. Si tienes la suerte de poder escaparte, sin duda, es más que obligado visitar a Manu Jara y su pastelería con el color de Sevilla.
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