Cheesecake de calabaza, la tarta para el otoño

Qué sería de Delicious Martha sin las infinitas versiones de tarta de queso… Hoy, una cheesecake de calabaza sigue con esta lista tan larga del mismo pastel.

Y es que me faltaba, el cheesecake de calabaza no estaba entre todos los que he hecho hasta ahora. Y qué mejor que en otoño, y con ingredientes de temporada, ¡y tan de Halloween! Porque pensamos en estas fechas y nos viene a la cabeza las famosísimas calabazas decoradas, con luces en su interior, o una mueca terrorífica. Eso, y los panellets (el año pasado os hice mi versión saludable, sin azúcar), y muchos otros dulces que durante estos días inundan nuestras pantallas. Y por supuesto, nuestras mesas.

Pero volvamos al cheesecake de calabaza. Ya os he dicho que tenía una falta en éste, porque hemos visto cheesecake de Matcha, de oreo, de turrón, el japonés, de plátano, arándanos y limón, de lemon curd, el salado de pesto, de café, la versión vegana, con kéfir, de queso manchego con membrillo, de Nutella, de mantequilla de cacahuete, … No son pocos ¿verdad? Pues estoy segura que aquí no hemos terminado… Y seguiremos sumando 😉

Cheesecake de calabaza

Sobre el que veremos hoy, el cheesecake de calabaza, usando la gran protagonista y de temporada, y sobretodo de Halloween. Muchos seguro que diríais que no, pero sí. Esta materia prima también tiene historia.

La calabaza en sí, es conocida desde hace siglos, pero el pastel de calabaza nació de una interesante forma de cocinarla. Como en numerosas ocasiones, casi por casualidad. Nativos americanos, abrieron la calabaza por la parte superior, le retiraron las semillas, y rellenaron con leche, una mezcla de especias, y endulzaron con miel, para después cocinarla en brasas. De allí podríamos decir que surgió la primera tarta.

Y ¿qué me decís de usar la calabaza -o más bien su corteza- como lámparas?

Pues cuenta la leyenda irlandesa que se lo debemos a Stingy Jack, un hombrecito que, después de burlar al diablo en determinadas ocasiones, cuando murió, el diablo le hizo pagar su deuda negándole la entrada al infierno (evidentemente en el paraíso no tenía ni una posibilidad). Así que el diablo le dejó vagando sin rumbo con una pieza de carbón ardiendo, que Jack puso dentro de un nabo ahuecado. Y así anduvo -dicen que lo sigue haciendo- deambulando sin rumbo. En Escocia y sobretodo en Irlanda, lo apodaron como Jack O’Lantern, y usaron esta misma figura de calabaza en las puertas de sus casas, con rostros fantasmagóricos, para ahuyentar a Jack.

No me digáis que no es curioso y una historia muy divertida. Pues la tarta de hoy, más que fantasmagórica, es sabrosa, y seguro que no ahuyentaría mucho a Jack. Pero si viene, le dejaremos probar un trozo.

Cheesecake de calabaza

Ingredientes para el cheesecake de calabaza:

Para la base:

  • 100 gr. de galletas (preferiblemente sin azúcar)
  • 50 gr. de mantequilla
  • 1 puñado de nueces

Para el relleno del cheesecake de calabaza:

  • 250 gr. de queso mascarpone
  • 250 gr. de calabaza
  • 100 ml. de nata vegetal (o leche para hacerlo más ligero)
  • 90 gr. de azúcar de coco
  • 3 huevos M
  • 1/2 cucharadita de canela en polvo
  • 1/4 cucharadita de jengibre
  • 1/2 cucharada de esencia de vainilla

Para decorar el cheesecake de calabaza:

Cheesecake de calabaza

Preparación del cheesecake de calabaza:

En primer lugar, coceremos la calabaza para hacerla puré. Para ello, la troceamos a cubos, ya pelada, y la ponemos en un plato. Tapamos con film transparente y, a continuación, la introducimos en el microondas hasta que esté tierna. Según el microondas y su potencia tardará más o menos, pero con unos 8 minutos será suficiente. Cuando esté, la sacamos, retiramos el film con cuidado porque se formará vapor en el interior, y dejamos templar.

Por otro lado, precalentamos el horno a 180ºC. Para la base, ponemos las galletas y las nueces en el vaso de la picadora. Trituramos hasta reducirlo a polvo, y añadimos la mantequilla, previamente fundida en el microondas durante unos segundos. Mezclamos bien, para que quede una textura de arena mojada, y lo vertemos en un molde desmontable de 18 cm. de diámetro, que previamente habremos forrado su base con papel vegetal. Extendemos las galletas, con la ayuda de una cuchara, haciendo presión para que se compacte y se adhiera al molde. Refrigeramos mientras preparamos el relleno.

Para la crema…

empezamos triturando la calabaza, que ya estará templada. Con un tenedor, iremos chafando hasta que quede puré. Como está muy tierna, será bastante fácil. Si veis que no, podéis hacerlo con la minipimer.

Una vez listo, ponemos el mascarpone (mejor a temperatura ambiente) en un bol amplio. Añadimos el jengibre, la canela, la vainilla y el azúcar de coco, y mezclamos suavemente con una varilla de mano para integrarlo. A continuación, añadimos la nata o leche, y mezclamos hasta tener una crema lisa. Ahora, añadiremos los huevos, los tres a la vez, y batimos para que se integren por completo.

Por último, vertemos el puré y removemos hasta que esté completamente homogéneo. Ahora, ponemos el relleno en la base que teníamos refrigerada. Tapamos el molde, por la base y los costados, con papel de aluminio (al hornearse siempre hay fugas y así ensuciamos menos), y lo introducimos en el horno 10 minutos.

Pasado el tiempo, bajamos la temperatura a 150ºC, y horneamos 60 minutos más. Una vez listo, abrimos la puerta, apagamos el horno, y dejamos que se enfríe dentro.

Guardamos el cheesecake de calabaza refrigerado durante unas horas (mejor de un día para otro). Antes de servirlo, decoramos con nueces pecanas o caramelo de dátiles.

Cheesecake de calabaza

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